lunes, diciembre 17, 2007

De relevo

Hace un tiempo me pidieron que acompañara a mi hermana chica a una competencia, porque ninguno de mis papás podía ir. Lo malo es que la cuestión era a las 8:30 de la mañana de un día sábado. No podía creer lo descarado de la hora, considerando que todos los papas a esa altura de la semana están terrible de cansados y na que ver levantarse a esa hora.

Como ya había dado el sí, no me quedó mas remedio que "instar" a mi hermana chica a que abandonara su deporte favorito en pro de lo que ella quisiera. Un nuevo juguete, un paseo por la playa o que se cambiara de hobby: natación, ajedrez o lo que fuera que tuviera un horario de competición más decente de competención.

No quiso ya que según dijo: "quiero ser cheerleader cuando esté en cuarto medio". Y porqué cresta no se mete en tercero medio pensé. Entre tanta confabulación me dio remordimiento de conciencia ya que siempre abogo que los cabros chicos hagan deportes en vez de maldades, y yo estaba fomentando una malandra en mi casa.

La cosa es que también recordé que por mi culpa, muchas veces mis papás se tuvieron que levantar a las 8 de la mañana para irme a dejar a una competencia de atletismo. Ahí entendí el sacrificio de los papas para lograr que el cabro chico se desarrolle.

Así es que ahí me vi. A las 9 de la mañana, sentada en una gradería con papás que saltaban con pompones en la mano y bailando regetón. Yo, para mover los ponpones y bailar regetón a las 9 de la mañana me falta un poco!